En la reunión del instituto, Julián se topó con un viejo amigo, Carter. Charlaron tomando algo y poniéndose al día. “¿Qué tal te trata la vida?” preguntó Carter con toda la naturalidad. Cuando salió el nombre de Elara, la cara de Carter cambió y se puso más serio. Julián notó que había algo más detrás de todo aquello.

Carter le contó que Elara lo había pasado fatal después del divorcio. “Lo pasó realmente mal, tío,” le dijo. Julián escuchaba, y cada palabra le pesaba más en la conciencia. La revelación inesperada le sentó como un jarro de agua fría, y la culpa sustituyó rápidamente el tono informal de la conversación.

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