Criarse en una región donde los inviernos son cosa seria te deja unas cuantas lecciones grabadas a fuego. La primera, que el aguanieve de la cuneta es lo peor. Y la segunda, que tirarse en trineo o jugar en la nieve no entiende de edades. Ver a tus seres queridos, ya entrados en años, revivir aquellos juegos de su juventud siempre te toca la fibra sensible. Y cuando alguien de la familia tiene la suerte de pillar el momento exacto, como esta foto de este abuelo valiente emulando una aventura digna de la “Cueva de las Maravillas” de Aladdín, tienes un recuerdo familiar para la posteridad.


El abuelo se lanza montaña abajo, como si fuera Aladino en su alfombra mágica, irradiando alegría y vitalidad. Su sonrisa refleja el espíritu aventurero que no se pierde con los años, un momento que será atesorado por siempre. No importa la edad, el niño interior y las ganas de aventura siempre deben ser celebrados.

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