Muerte Fingida por Zarigüeya
Las zarigüeyas no luchan, fingen su propia muerte. Cuando se sienten amenazadas, entran en un estado catatónico involuntario que puede durar horas. Sus cuerpos se quedan flácidos, sus lenguas cuelgan e incluso emiten un olor fétido de sus glándulas para hacer la actuación más creíble. Los depredadores suelen perder el interés en un cadáver, por lo que la zarigüeya sobrevive convirtiéndose en el cadáver más convincente del mundo.
Este comportamiento, llamado tanatosis, está tan arraigado que no está bajo control consciente; es un reflejo evolutivo. Algunos científicos creen que también desencadena el instinto de un depredador de evitar la carne en descomposición que podría transmitir enfermedades. En cierto modo, las zarigüeyas no solo están haciéndose las muertas, sino que están jugando la estrategia a largo plazo de la manipulación psicológica.