Una habitación pensada para la presión


Melissa siguió en silencio mientras el oficial la conducía por un pasillo tenue, flanqueado por puertas cerradas y luces parpadeantes en el techo. Al final del todo, se detuvo y abrió una pesada puerta, revelando una pequeña sala de interrogatorios con una mesa y dos sillas. “Espere aquí”, dijo simplemente, antes de retroceder y cerrar la puerta tras ella con un sordo clic. Sin más explicaciones, sin consuelo, solo silencio y acero.

Sola en el espacio desconocido, Melissa se sentó con cautela, la habitación fría y estéril. Las paredes estaban desnudas, excepto por un espejo unidireccional, lo que solo aumentaba la sensación de estar siendo observada. Se cruzó de brazos e intentó respirar con regularidad. Hasta ahora, nada tenía sentido, y esta inquietante habitación no ayudaba. Se sentía como si estuviera en una película, pero desafortunadamente, era ella quien estaba bajo los focos.

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