A solas con sus dudas
El tic-tac del reloj resonaba fuerte en el pequeño espacio, y los nervios de Melissa se deshilachaban con cada segundo. Miró a su alrededor, tratando de entender su entorno: todo en esto gritaba “criminal”, y sin embargo, ella no había hecho nada malo. Se sentía como una intrusa en la pesadilla de otra persona, excepto que era su nombre el que estaba en el expediente que estaban revisando, no el de otra persona.
Melissa siempre había llevado una vida tranquila y respetuosa de la ley. Reciclaba, pagaba sus facturas a tiempo y nunca se había metido en problemas con la ley, ni siquiera una multa de estacionamiento. Entonces, ¿por qué estaba allí, en una sala de interrogatorios, esperando que los oficiales la interrogaran como a una sospechosa? Se devanó los sesos, pero seguía sin poder encontrar una sola razón por la que estaría en esta situación… a menos que todo realmente se tratara del anillo.
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