De vuelta en la comisaría
Jake llegó a la comisaría con un nudo en la garganta. Un agente uniformado lo condujo por un pasillo tranquilo hasta una sala de interrogatorios tenuemente iluminada.
El ambiente era denso, las luces fluorescentes proyectaban sombras sobre la mesa de acero. El detective Harris esperaba dentro, con una carpeta gruesa apoyada frente a él.
“Toma asiento”, dijo. Jake obedeció, incapaz de apartar la vista de la carpeta, preguntándose qué revelaciones contenía.
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