Un baúl de maletas

“Pero qué demonios…”, murmuró Jake, usando la manga para limpiar un trozo de la ventana. El coche estaba atiborrado de maletas; algunas estaban rajadas, con su contenido desparramado por todas partes.

Entre los objetos esparcidos, reconoció pertenencias tanto de niños como de adultos: ropa pequeña, peluches, artículos de tocador. Era evidente que esto había pertenecido alguna vez a una familia.

Pero algo más se sentía profundamente mal.

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