Una Conversación Seria
A la mañana siguiente, durante un desayuno tranquilo, Michael y Loretta retomaron los preocupantes acontecimientos. Michael lo expuso todo: los moretones repetidos, los extraños silencios, la inquietante sensación que no podía quitarse de encima. “Algo no cuadra, Loretta. Esto simplemente no tiene sentido”, dijo mientras miraba su café.
Loretta se acercó, su preocupación creciendo con cada palabra. “No podemos seguir esperando que se detenga solo”, respondió firmemente. “Necesitamos averiguar qué está pasando realmente antes de que empeore”. Ambos sabían que el tiempo apremiaba, y que no hacer nada ya no era una opción.
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