Pintura Facial con Plomo


En los siglos XVI y XVII, el maquillaje blanco a base de plomo estaba de moda entre la nobleza europea. Llamado cerusa veneciana, daba a quien lo usaba un cutis de porcelana. La reina Isabel I fue una de sus usuarias más famosas, aplicándose gruesas capas para ocultar las cicatrices de la viruela.

Desafortunadamente, el plomo en la pintura envenenaba la piel y el torrente sanguíneo. El uso prolongado provocaba la caída del cabello, la putrefacción de la piel y, finalmente, la muerte. A pesar del daño visible, el aspecto era tan deseable que muchos siguieron utilizándolo. Sirve como una advertencia sobre los estándares de belleza tóxicos llevados a extremos mortales.

Advertisements
Advertisements