Máquina de Cinturón Vibratorio
A mediados del siglo XX, incontables personas esperanzadas acudieron a salones y gimnasios caseros para probar la máquina de cinturón vibratorio, creyendo que podrían sacudirse para conseguir una figura más esbelta. El concepto era simple, y casi demasiado bueno para ser verdad. Te subías a la plataforma, te ajustabas el cinturón ancho alrededor de la cintura, accionabas un interruptor y dejabas que el cinturón hiciera su trabajo, sacudiendo tu cuerpo como una maraca humana. Prometía pérdida de peso, tonificación muscular y una figura envidiable, todo sin sudar.
En realidad, la máquina hacía poco más que vibrar tus partes flácidas. No había pérdida de grasa, ni transformación mágica, solo muchos movimientos incómodos y algún que otro moretón. A pesar de su ineficacia, se convirtió en un elemento básico en salones de belleza y anuncios durante años, jugando con la eterna búsqueda de la sociedad de una solución fácil para el fitness. Hoy en día, se recuerda más por su valor cómico que por cualquier beneficio para la salud, apareciendo a menudo en memes de gimnasios antiguos y bloopers de fitness retro. Es un recordatorio divertido de que el fitness alguna vez dependió más de los buenos deseos que de la ciencia real.