Abrumado por el Miedo
El silencio exterior era ensordecedor, solo roto por algún crujido ocasional o una ráfaga de viento. Mark permanecía inmóvil, su corazón latiendo más fuerte que cualquier sonido a su alrededor. Cada parpadeo de una farola o el roce de una hoja cercana lo sobresaltaba. Sus pensamientos se volvieron hacia adentro, cuestionándose si había ido demasiado lejos con sus sospechas.
Aún así, algo muy dentro de él le decía que esta vigilancia no era un error. Ya no podía ignorar las señales. Con cada minuto que ella permanecía dentro, la ansiedad de Mark aumentaba. Luchó por mantener la calma, aferrándose a la esperanza de que la verdad —fuera cual fuera— sería algo que podría entender y enfrentar.
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