La Nota Final del Día
A medida que el sol comenzaba a ponerse y las luces del carnaval parpadeaban, sentí una tranquila admiración. Alan, que antes dependía de una silla de ruedas, no solo había caminado, sino que había vivido plenamente hoy, con alegría, espontaneidad y un encanto innegable. El cambio en él no fue solo físico, sino también emocional, incluso espiritual. Quería entender el cómo y el porqué, pero cada vez que preguntaba, me dedicaba una sonrisa críptica y decía: “Pronto lo descubrirás”.
Su misterio no me frustraba, me intrigaba. Quizás los detalles no importaban todavía. Lo que importaba era la alegría que irradiaba de él y cómo había remodelado todo nuestro día. El carnaval no fue solo una salida divertida, se había convertido en un punto de inflexión. Mientras conducíamos a casa, no pude evitar sentir que esto era solo el comienzo de algo mucho más grande de lo que cualquiera de nosotros había esperado.
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