Confianza Radiante
Nos subimos a cada atracción y juego que el carnaval ofrecía, y Alan se acercaba a cada uno con una confianza que nunca le había visto. Se reía, gritaba e incluso me arrastraba cuando yo dudaba. “¡No sabía que eras tan amante de la emoción!” grité mientras él dominaba una atracción de alta velocidad sin inmutarse. Él sonrió, “¡Supongo que hay más que descubrir!” Ese comentario se me quedó grabado: insinuaba algo más profundo, una parte de Alan que nunca supe que existía.
Su actitud audaz y despreocupada era completamente contagiosa. Me encontré riendo más fuerte, sonriendo con más libertad y asumiendo riesgos que normalmente no habría considerado. Por una vez, no era yo quien cuidaba, él estaba liderando la carga. El carnaval, que antes era una posible fuente de incomodidad, se convirtió en un lugar de alegría y sorpresas. La energía de Alan transformó el día en algo más que diversión; se convirtió en una ventana a un lado de él que pocos habían visto.
Advertisements
Advertisements