En el siglo XVIII, las cejas pobladas y dramáticas estaban totalmente de moda, pero los lápices de cejas aún no existían. En cambio, muchas mujeres usaban pequeños trozos de piel, ¡provenientes nada menos que de ratones! Estos se pegaban a la cara para crear la ilusión de cejas tupidas y perfectas.

Lo que en su día se consideró elegante y a la moda, hoy simplemente nos da repelús. Pero en aquel entonces, las cejas de piel de ratón eran toda una declaración de intenciones en el mundo de la moda. Una vez más, un ejemplo de lo lejos que ha llegado la gente por la belleza, sin importar lo raro que nos parezca hoy en día.

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