Los dientes podridos eran un signo de nobleza
Hoy en día, unos dientes blancos y sanos se asocian a una buena higiene. Pero en el siglo XVI, los dientes ennegrecidos o con caries estaban de moda, ya que demostraban que uno podía permitirse consumir azúcar. En aquella época, el azúcar era un producto de lujo, y comerlo era un signo de riqueza.
La reina Isabel I era conocida por sus dientes muy dañados, y gente de clases inferiores llegaba incluso a ennegrecer los suyos para imitar su apariencia. Una extraña inversión de los estándares de belleza, que muestra hasta dónde están dispuestas a llegar algunas personas para parecer aristócratas.
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