El experimento de la aguja de Isaac Newton

Curioso por la óptica, Isaac Newton una vez deslizó una larga aguja de zurcir —llamada punzón— entre su ojo y su cuenca ocular, torciéndola para ver qué formas danzaban ante su visión. Describió “anillos y círculos de colores” con un entusiasmo inquietante, señalando casualmente una ceguera temporal después. El padre del cálculo literalmente se sacó un ojo por la ciencia.

Newton realizó la espeluznante prueba solo en su habitación a oscuras, y más tarde dibujó los patrones psicodélicos que aparecieron. Aunque recuperó la vista, admitió que el dolor era “tolerante, pero no apto para la repetición común”. Los comités de ética actuales se desmayarían, pero la disposición de Newton a sacrificar la comodidad física ilustra un rasgo compartido por muchos pioneros: cuando la curiosidad llama, el sentido común a veces se hace a un lado, preferiblemente con gafas de seguridad.

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