Los chapuzones al amanecer de John Quincy Adams

El sexto presidente de Estados Unidos, John Quincy Adams, comenzaba cada día a las 5 a.m. con un chapuzón desnudo en las gélidas aguas del río Potomac en Washington, D.C. Creía que el agua fría vigorizaba la mente y el cuerpo, ayudándole a redactar tratados antes de que el Congreso siquiera se moviera. Los periódicos locales bromeaban sobre el “diplomático helado”, advirtiendo a los pescadores de reflejos inesperados a la luz de la luna.

Cuenta la leyenda que la reportera Anne Royall consiguió la primera entrevista presidencial sentándose sobre la ropa de Adams hasta que él respondió a sus preguntas, una temprana clase magistral sobre cómo hacer que el poder rinda cuentas (y quede cautivo). El ritual solo terminó cuando los médicos temieron que la hipotermia congelara por completo la política exterior estadounidense. Con los gurús del bienestar modernos promocionando los baños de agua fría para aumentar la dopamina, Adams emerge como el influencer original, aunque pocos directores ejecutivos hoy en día se arriesgarían a los paparazzi al amanecer sin más que ambición política.

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