La terapia del grito de Friedrich Nietzsche

Antes de que la terapia del grito se convirtiera en una moda psicológica del siglo XX, el filósofo Friedrich Nietzsche la practicaba él mismo, solo en los Alpes suizos. Durante sus paseos solitarios, de repente soltaba gritos primarios al aire de la montaña, afirmando que le ayudaban a purgar los pensamientos oscuros y a realinear su alma con el caos de la naturaleza.

Los lugareños se acostumbraron a sus gritos que resonaban desde las cumbres, atribuyéndolos a las excentricidades de un “pensador loco”. Pero Nietzsche creía que la voz era una extensión de la fuerza de voluntad. Para él, gritar era como un rayo de una tormenta, necesario para perturbar los cielos estancados de la mente. Ya fuera locura o método, está claro que sus pensamientos no eran las únicas cosas que erupcionaban.

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