Los paseos perfectamente puntuales de Immanuel Kant

El filósofo alemán Immanuel Kant era tan preciso en su paseo diario por Königsberg que los habitantes del pueblo ponían sus relojes según él. Cada tarde, exactamente a las 3:30, Kant interrumpía su escritura, cogía su bastón y recorría la misma ruta, sin variar nunca la hora, el ritmo o el destino.

Solo dos veces en su vida se saltó un paseo, una de ellas fue cuando estaba absorto en la obra de Rousseau,Emilio. Para Kant, estas rutinas no eran manías, sino necesidades morales. Creía que la predictibilidad generaba virtud y que el hábito era la arquitectura de la ética. Mientras que la mayoría de nosotros tememos las rutinas, Kant las convirtió en una filosofía.

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