Los “Baños de Aire” de Benjamin Franklin

Antes de los baños de inmersión en frío y la respiración de Wim Hof, Benjamin Franklin juraba por los “baños de aire”: pararse desnudo junto a una ventana abierta durante 30 minutos cada mañana, sin importar la estación. Creía que el aire fresco limpiaba su cuerpo y vigorizaba su mente, incluso en los fríos del invierno. Los vecinos se acostumbraron a vislumbrar al Padre Fundador en todo su esplendor, garabateando notas mientras la brisa le acariciaba cada poro.

Franklin escribió con orgullo sobre estos baños en sus cartas, señalando que rara vez se enfermaba y se sentía mentalmente más agudo después. Consideraba la ropa como “restrictiva” y creía que las enfermedades se gestaban en el aire viciado. Mucho antes de que la ciencia moderna abrazara los beneficios de la ventilación y la exposición al frío, el peculiar hábito de Franklin demostró que, literal y figurativamente, estaba adelantado a su tiempo.

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