Travis da un paso al frente

Travis, intentando a duras penas mantener su bravuconería, gritó con una sonrisa que no le llegaba a los ojos: “¿Qué tal una carrera?”, desafió, su voz goteando con esa clase de falsa confianza que era fácil de calar. Era un intento de recuperar el control, de demostrar que no le había intimidado la tranquila actitud del camionero. “¡A ver si esa mole tuya puede seguirme el ritmo!”, añadió, las palabras saliendo más alto de lo que probablemente pretendía.

La multitud a nuestro alrededor se revolvió incómoda, algunos riendo nerviosamente ante lo absurdo de todo. Era una jugada arriesgada, y hasta desde donde yo estaba, era evidente para todos, excepto para Travis, lo ridículo de su desafío. La idea de una carrera entre un camión enorme y una moto parecía de risa, y la risa nerviosa de la multitud reflejaba lo desconectado que estaba Travis de la situación. Su intento de parecer genial solo atraía más atención a su creciente desesperación.

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