Tratamientos médicos antiguos y grotescos que hicieron más daño que bien

Sanguijuelas para todo

En la Europa medieval y hasta bien entrado el siglo XIX, las sanguijuelas eran la cura predilecta para casi todas las dolencias imaginables, desde dolores de cabeza hasta gota o “histeria femenina”. Los médicos creían que todas las enfermedades provenían de un desequilibrio en los cuatro humores del cuerpo: sangre, flema, bilis negra y bilis amarilla. Para solucionar esto, drenaban sangre, a menudo en cantidades masivas, utilizando docenas de sanguijuelas o instrumentos afilados.

Esto no solo era ineficaz, sino que también debilitaba a los pacientes ya enfermos, provocando desmayos, infecciones o la muerte. Peor aún, las sanguijuelas se reutilizaban con frecuencia entre personas, convirtiendo los hospitales en incubadoras de enfermedades. A pesar de los grotescos efectos secundarios, la práctica persistió durante siglos, simplemente porque no había una alternativa mejor. La medicina moderna finalmente reemplazó la terapia con sanguijuelas, aunque curiosamente, una versión desinfectada todavía se usa hoy en día para microcirugías debido a su saliva anticoagulante.

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