Pólvora para heridas
En los albores de la medicina de guerra, la pólvora no era solo un arma, sino también un tratamiento. Los soldados vertían pólvora en las heridas abiertas y la prendían fuego para cauterizar la carne y “matar la infección”. El proceso era insoportable e impredecible, y a menudo causaba quemaduras más profundas, muerte de tejidos o un shock mortal.
Si bien el calor podía sellar las heridas temporalmente, la falta de antisépticos significaba que la infección generalmente seguía. La práctica también se utilizaba en la medicina popular para mordeduras de animales o lesiones con cuchillos. Era peligroso, tosco y se basaba más en el espectáculo que en la ciencia. Hoy, dejamos la pólvora en el campo de batalla, donde pertenece.
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