Ana
Su madre, Ana, estaba especialmente involucrada en sus vidas. Tenía la tradición de organizar cálidas y acogedoras comidas dominicales donde toda la familia se reunía para disfrutar de la comida, las risas y la conversación.
Estas comidas semanales estaban llenas de reconfortantes platos caseros e historias alegres, momentos que parecían sacados de una película. Pero durante una de esas comidas dominicales, algo cambió, y Rebeca comenzó a sentir que no todo era tan perfecto como parecía.
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