Algo andaba mal


La mirada penetrante de Anna se detuvo en ella un poco más de lo necesario, y la sonrisa de Andrew no le llegaba del todo a los ojos. Todo parecía demasiado ensayado, demasiado pulcro, como si estuvieran dando una función.

Rebecca sintió cómo sus instintos le avisaban, advirtiéndole que algo definitivamente no estaba bien, pero no pudo pronunciar las palabras en voz alta. Luego, una noche, todo dio un giro. Todos estaban sentados para cenar bajo la suave luz dorada del candelabro cuando sucedió.

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