Llegó el día
Pero a medida que los días pasaban, esa pequeña brizna de esperanza comenzó a desvanecerse. Ya no parecía un viaje para estrechar lazos, sino una especie de trampa para algo que no podía identificar.
Finalmente, llegó el día de la caminata. La mañana era brillante y fresca, el cielo de un azul deslumbrante. El aroma a pino fresco llenaba el aire mientras todos se subían al coche de Andrew, dirigiéndose al sendero con una emoción nerviosa, o en el caso de Rebeca, un temor disimulado.
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