Demostrando su lealtad
“Entonces, ¿de qué querías hablar, Anna?”, preguntó Andrew, con irritación en su voz. “Es Rebecca”, respondió la mujer, con tono de desaprobación. “No creo que sea la adecuada para ti. Prácticamente te crié como a mi propio hijo, y no lo apruebo”. El corazón de Rebecca casi se detuvo: era Anna. Su madre.
Pero antes de que pudiera procesarlo completamente, Andrew respondió con convicción. “Es mi esposa. No tienes derecho a decir eso. Deberías irte. Ella regresará mañana, y quiero que todo sea perfecto para ella”. Rebecca salió de debajo de la cama, con lágrimas corriendo por su rostro. “¿Cómo pudiste?”, lloró. Anna retrocedió sorprendida. Andrew se quedó sin palabras. Pero al final, él se había mantenido al lado de Rebecca. Después de ese día, dejaron de asistir a los almuerzos familiares. Porque se dieron cuenta de que todo lo que realmente necesitaban… era el uno al otro.
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