#36: No se sabe la hora sin preguntar

El tiempo no fluye con normalidad en un submarino; con la iluminación artificial y los turnos rotatorios de 18 horas, el día y la noche se funden en un concepto turbio. No hay ventanas, ni luz solar, ni señales naturales. Los submarinistas a menudo pierden la noción de qué hora, o incluso qué día, es.

Preguntar “¿Qué hora es?” es tan común como respirar, y a menudo se responde con encogimientos de hombros o conjeturas. Para algunos, el domingo podría sentirse como miércoles, y la hora de la cena podría ocurrir a las 3 a.m. El tiempo se adapta a la necesidad. El sueño, el trabajo y las comidas no giran en torno a los relojes, sino a los ritmos operativos.

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