Cuando un gato disfruta de su privacidad en la ducha
Uno de los lugares donde menos esperarías encontrar a un gato echándose una siesta es en la ducha. Después de todo, los gatos y el agua se llevan como el agua y el aceite. Sin embargo, este enigmático felino ha hecho de la ducha seca su santuario personal. Sin vapor, sin agua, solo baldosas frías y una tranquila soledad. Por alguna razón que solo el gato conoce, este espacio alicatado se ha convertido en un refugio silencioso lejos del ruido de la casa.
Y entonces llega la tragedia. El humano abre la puerta de la ducha sin siquiera tocar, y el gato, que estaba en medio de su relax, responde con una mirada de “¡cómo te atreves!”. La invasión de la privacidad se siente como una traición personal. Esto no era simplemente una siesta en un lugar raro, sino un ritual sagrado y privado. Honestamente, no me sorprendería verlo con una pequeña toalla en la cabeza y una rodaja de pepino en un ojo.
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