Una oleada de pavor
El teléfono se le escurrió de los dedos entumecidos a Carter, estrellándose contra la mesa con un estrépito seco. Se quedó allí sentado, inmóvil, mientras la escalofriante advertencia reverberaba en su mente, y sus implicaciones se iban asimilando.
El peligro que había presentido ya no era distante: era real y mucho más cercano de lo que jamás había imaginado. Una ola de miedo lo invadió, crudo y omnipresente, al darse cuenta de la verdadera magnitud de su situación. Estaba metido en un lío, atrapado en una corriente peligrosa de la que no podía escapar.
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