Se sirve con una pizca de furia

Esa pelota de tenis no tuvo ninguna oportunidad, y tampoco la expresión facial de esta atleta. Entre el saque y el grito, se transformó en una gladiadora luchando por el dominio de la cancha y la simetría de sus cejas.

No estamos seguros de quién ganó el partido, pero esa vena que le sobresale en la frente se merece su propio trofeo.

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