La preocupación de Emily aumenta
Emily empezó a notar el deterioro físico de Mark. Su piel pálida, sus pasos lentos y su mirada perdida la alarmaron. Una mañana, le puso una mano en el brazo y dijo suavemente: “Mark, no te ves bien. Quizás es hora de ver a un médico”. Su voz denotaba una preocupación genuina, pero solo hizo que Mark se pusiera más ansioso. No podía arriesgarse a una evaluación médica que pudiera revelar su vista recuperada.
Forzó una sonrisa a medias y negó con la cabeza. “Solo estoy cansado”, murmuró, evitando sus ojos. Emily se quedó, no convencida, pero no dijo nada más. Su preocupación era real, pero también lo era su miedo a ser descubierto. Estaba atrapado entre la necesidad de mantener la mentira y un deseo urgente de confrontarla. Mark sabía que guardar su secreto se había vuelto peligroso, pero revelarlo se sentía igual de arriesgado.
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