No era quien creía ser
La verdad última era imposible de ignorar. El hombre en el espejo no era el marido de Emily en absoluto. Era un reemplazo construido, destinado a llenar el vacío dejado por la desaparición del verdadero Mark. Cada foto, cada recuerdo, cada discusión, todo era parte de un engaño diseñado. El diario de Emily lo confirmó con una claridad despiadada.
Mark se tambaleó hacia atrás, incapaz de respirar. Toda su identidad había sido borrada y reemplazada sin su conocimiento. Su mente giraba con recuerdos fragmentados que ahora se sentían sintéticos. La traición no era solo emocional, era existencial. Había estado viviendo la vida de otra persona, construida sobre mentiras, y ahora esa ilusión se estaba desmoronando justo delante de él.
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