Secretos Sonrientes
No escuché a Alan acercarse hasta que su voz me sobresaltó por detrás. “Te pillé, ¿eh?”, dijo con una ceja levantada y una media sonrisa, la diversión bailando en sus ojos. Me di la vuelta, nerviosa y lista para disculparme, pero no parecía enojado. En cambio, su postura era relajada, como si hubiera esperado este momento todo el tiempo.
Comencé a balbucear una explicación, pero Alan la desestimó casualmente con un gesto. “Solo un pequeño proyecto personal”, dijo, ofreciendo solo detalles vagos. “Todo el mundo necesita un poco de misterio en la vida”. Su tono era juguetón, pero protector. Me dejó más intrigada que nunca, aunque sabía que presionar para obtener más probablemente lo alejaría.
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