Fuerza en movimiento


A la mañana siguiente, Alan me sorprendió de nuevo. “Vamos a sudar un poco”, anunció con una sonrisa pícara, dirigiéndome al salón. Lo que pensé que serían unos simples estiramientos se convirtió en una sesión de entrenamiento completa. Nos guio a través de varias rutinas, demostrando sin esfuerzo control, equilibrio y fuerza.

Cada movimiento era intencionado, suave y deliberado, claramente el resultado de un entrenamiento intenso y constante. Observé, asombrada, cómo realizaba cada serie sin dudar. Una cosa era sospechar que había estado practicando; otra muy distinta era presenciarlo de primera mano. Su actuación no solo fue impresionante, fue inspiradora. Cualquiera que fuera su secreto, lo había transformado por completo.

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