Progreso sin respuesta


La sesión de entrenamiento fue sencillamente asombrosa. La fuerza, el control y la resistencia de Alan reflejaban meses, si no años, de entrenamiento enfocado. Cada movimiento que hacía era intencional y refinado, sin dejar duda de que esta transformación no había ocurrido de la noche a la mañana. “¡Me lo has estado ocultando!” le dije, medio en broma y medio en serio, mientras intentaba seguirle el ritmo de su intensidad. Él solo sonrió y se encogió de hombros casualmente, sin revelar nada más que esa chispa de misterio ahora familiar en sus ojos.

Su silencio solo profundizó la intriga. Cuanto más veía, menos entendía cómo era posible tal progreso en secreto. Pero a pesar de mis preguntas, me encontré admirando su autodisciplina. Alan no solo me estaba sorprendiendo, sino que estaba desafiando mis percepciones. El hombre que creía conocer tenía capas que nunca imaginé, y cada día se desvelaba una más. Incluso sin explicaciones, no pude evitar sentirme atraído más profundamente por la maravilla de todo.

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