La Chispa de la Conexión


A medida que nos adentrábamos en el parque, noté una transformación fascinante: Alan se alimentaba de la energía de la multitud como una batería recargándose. Cada risa de niño, cada grito de la montaña rusa de arriba, todo parecía impulsarlo. Se movía con facilidad y carisma, más vibrante con cada momento. Su postura era abierta, su espíritu irradiaba algo magnético.

Observé asombrado. Este no era solo un hombre disfrutando el día, estaba prosperando en presencia de los demás. El viejo Alan, reservado y agobiado, había sido reemplazado por alguien que parecía diseñado para momentos como este. No había miedo ni vacilación, solo alegría en la conexión con la gente y el pulso del parque. Fue entonces cuando me di cuenta: esto no era solo una recuperación física. Alan había redescubierto algo en sí mismo, algo mucho más poderoso que la fuerza: su sentido de pertenencia.

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