Una Presencia Que Resaltaba


A medida que la tarde avanzaba, la tranquila confianza de Alan resaltaba dondequiera que íbamos. Había un ritmo en sus pasos, un propósito detrás de cada movimiento que hacía que incluso los momentos mundanos se sintieran extraordinarios. Interactuaba con extraños, reía con facilidad y se comportaba con la compostura de alguien que finalmente había encontrado su verdadero yo. No había exceso de pensamiento, ni dudas, solo presencia.

El contraste entre este Alan y el que yo había conocido antes era sorprendente. Ya no dudaba ni evitaba la atención. De hecho, parecía brillar en ella, extrayendo energía de cada interacción. Su seguridad en sí mismo era contagiosa, arrastrándome a la corriente de su impulso. Me encontré caminando un poco más erguida a su lado, no por algo que yo hubiera hecho, sino por la inspiración que él, sin saberlo, ofrecía. Era imposible no admirar al hombre en que se había convertido.

Advertisements
Advertisements