Una prueba de voluntad
El sendero no era poca cosa. Rocas irregulares, pendientes pronunciadas y terreno inestable dibujaban un camino que desafiaría incluso a los excursionistas más experimentados. Miré a Alan, preguntándome si este sería finalmente el momento en que se detendría o reconsideraría. Pero no lo hizo. En cambio, siguió adelante con una resolución inquebrantable, sus pasos firmes y medidos.
Cada paso que daba estaba lleno de intención, su postura firme, su respiración controlada. El esfuerzo era visible, pero nunca flaqueó. La gente que pasábamos miraba asombrada, sin saber si debían ofrecer ayuda o simplemente observar con asombro. Lo seguí, asombrado no solo por su capacidad física, sino por la fortaleza mental que lo impulsaba. No se trataba de demostrar que nadie estaba equivocado, sino de recuperar algo para sí mismo. Su coraje encendió un fuego en mí, empujándome a escalar junto a él, un paso a la vez.
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