Una idea audaz y nueva
A medida que el sol comenzaba a ponerse, tiñendo el parque de un tono dorado, Alan se giró hacia mí con otra idea inesperada. “¿Qué te parece si vamos a esa ruta de senderismo cercana?”, preguntó casualmente, como si propusiera tomar un café en lugar de un desafío físico. Mi primera reacción fue de incredulidad. “¿Hablas en serio?”, pregunté, la pregunta escapándose antes de que pudiera retenerla. Él asintió, con los ojos brillantes de picardía y determinación.
La sola sugerencia me pareció descabellada considerando su pasado, pero Alan estaba allí, sereno y listo. Su energía no se sentía impulsiva; se sentía deliberada, como si hubiera estado esperando este tipo de prueba. Dudé, inseguro de si podría seguir el ritmo que él estaba a punto de imponer. Pero más que nada, respetaba su voluntad de superar los límites. En ese momento, mi duda dio paso a la curiosidad. Si Alan creía que podíamos hacerlo, tal vez valía la pena intentarlo.
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