Una delicada garantía


Antes de marcharme por completo, me detuve y me volví hacia el医生. “Sea lo que sea, él está bien”, dije, mi voz más firme de lo que esperaba. No quería dejarlo preocupado, o peor aún, dudando del progreso de Alan. El médico asintió suavemente, aparentemente tranquilizado por mi tono, pero pude ver las preguntas aún parpadeando detrás de sus ojos. Mi respuesta había satisfecho el protocolo, pero no la pregunta más profunda.

Al salir del edificio, llevaba conmigo tanto consuelo como incertidumbre. Había orgullo en el triunfo de Alan, pero el misterio de ello seguía carcomiéndome. Había elegido proteger su privacidad, pero eso no silenció la parte de mí que aún anhelaba comprender la verdad completa. Alan ya no era solo un amigo, me di cuenta de que se había convertido en un enigma viviente, y yo todavía estaba recomponiendo las páginas de su leyenda en desarrollo.

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