Captando miradas y atención
La constancia de nuestro entrenamiento —y el notable progreso que mostraba Alan— comenzó a atraer atención. Empezó con algunas miradas curiosas de los transeúntes del parque, luego escaló a conversaciones susurradas y teléfonos inteligentes capturando imágenes discretamente. Su historia había echado raíces en la conciencia pública, y pronto, la gente venía deliberadamente a verlo correr. Algunos ofrecían saludos o palabras de aliento. Otros simplemente observaban en tranquilo asombro, cautivados por la fuerza en sus pasos y la alegría en su rostro.
Mientras descansábamos una tarde, un grupo de corredores pasó y asintió en señal de reconocimiento. “Te estás convirtiendo en una especie de celebridad”, bromeé. Alan respondió con una sonrisa humilde, sin inmutarse por la atención. Pero me di cuenta de que el reconocimiento alimentaba algo en él. Ya no corría solo por sí mismo, su viaje empezaba a representar algo más grande. La creciente multitud no lo agobiaba; lo elevaba, dándole un nuevo tipo de propósito a medida que su historia se hacía más conocida.
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