Un faro para la comunidad
Lo que comenzó como una admiración silenciosa pronto estalló en un reconocimiento total. El compromiso inquebrantable y la actitud positiva de Alan se convirtieron en la comidilla del pueblo. Fue entrevistado para artículos locales, presentado en blogs comunitarios y discutido con un sentido de orgullo por aquellos que habían visto desarrollarse su progreso. Extraños lo saludaban como a un viejo amigo, inspirados por lo que simbolizaba: la persistencia contra las adversidades y la voluntad de seguir adelante sin importar el contratiempo.
Una mañana, un corredor disminuyó la velocidad a nuestro lado, dándole una palmada a Alan en la espalda. “Tu espíritu es contagioso”, dijo sinceramente. Ese tipo de apoyo ya no era raro, se convirtió en parte de cada salida. Alan lo tomó con calma, pero pude ver cómo lo motivaba aún más. Su viaje se había convertido en un movimiento, una historia que la gente apoyaba. Ya no solo se representaba a sí mismo; encarnaba una esperanza compartida, un ejemplo de que la transformación era posible para cualquiera dispuesto a luchar por ella.
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