Reacción del público
El carnaval vibraba con energía, y Alan no perdió el tiempo en sumergirse en la acción. Nos abrió paso entre la multitud, completamente seguro de sí mismo, provocando miradas y susurros a nuestro paso. «¿No es ese Alan?», dijo alguien a nuestra espalda, con una mezcla de asombro y admiración en su voz. Alan o no lo escuchó o no le importó; estaba demasiado ocupado señalando puestos de comida y riéndose de juegos cursis.
Lo que me impactó fue cuánto parecía disfrutar de la atención. Donde yo esperaba vergüenza o torpeza, había orgullo y alegría. Las miradas curiosas de la multitud no lo inmutaron, sino que lo alimentaron. Me hizo preguntarme cuánto tiempo había estado esperando para deshacerse de la imagen que los demás tenían de él. Esto no era solo una recuperación, se sentía como una reintroducción, y estaba presenciando algo mucho más grande que una salida espontánea.
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