Se utilizaban dientes de soldados para fabricar dentaduras postizas
En el siglo XIX, las dentaduras postizas hechas con dientes humanos reales se consideraban la mejor solución para la pérdida de dientes, especialmente entre los ricos. Después de batallas como Waterloo, los saqueadores recogían dientes de los soldados caídos y los vendían a los dentistas. Estos macabros trofeos se conocieron como “dientes de Waterloo”.
Hoy en día, la idea de llevar los dientes de un soldado muerto en la boca es aterradora, pero en aquella época era simplemente un negocio. Para los ricos, una boca llena de dientes ajenos era mejor que no tener ninguno.
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