Otro Chiste sobre Gordos
Jake, completamente ajeno a la creciente tensión a su alrededor, soltó otro chiste tosco, claramente esperando provocar una reacción. “¡Oye, grandullón! ¿Cuál es tu comida favorita? ¿Todo?” se burló, las palabras afiladas y sarcásticas. Pero el chiste no tuvo gracia, su humor se perdió en el aire pesado. En lugar de risas, hubo movimientos incómodos entre la multitud. Algunos motociclistas intercambiaron miradas inquietas, sintiendo el cambio repentino en la atmósfera, mientras otros simplemente se dieron la vuelta, ya no interesados en participar en la tensión creciente.
El cambio era palpable, y no era solo Jake quien parecía ajeno a él. Todos los demás, excepto los dos burladores, se habían dado cuenta. Se podía ver en la forma en que sus ojos se posaban en el camionero, algunos de ellos dando un paso atrás, como si de repente fueran conscientes de la energía más profunda en juego. El aire se había vuelto más pesado, cargado de algo tácito. La dinámica había cambiado, y aquellos que estaban prestando atención podían sentirlo en sus huesos: esto ya no era solo un simple enfrentamiento.