Sapos en Polvo para las Convulsiones

En la Europa medieval, la epilepsia se consideraba una aflicción sobrenatural, quizás incluso una posesión demoníaca. Una “cura” popular consistía en secar y pulverizar sapos, para luego ingerir los restos o llevarlos en bolsas alrededor del cuello. Algunas variantes incluso requerían enterrar un sapo en el cementerio de una iglesia y desenterrarlo más tarde para obtener la máxima potencia.

No hace falta decir que los anfibios en polvo no tenían ningún efecto sobre los trastornos neurológicos e introducían una serie de otros riesgos para la salud, incluyendo infecciones bacterianas y la exposición a parásitos. El tratamiento se basaba más en la superstición que en la ciencia, lo que refleja una época en la que la medicina se difuminaba con el misticismo. ¿El verdadero milagro? Que alguien sobreviviera a estas “curas” en absoluto.

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