Grasa de Muerto para Curar Heridas

En la Europa del Renacimiento, los médicos utilizaban “grasa humana”, a menudo obtenida de los cuerpos de criminales ejecutados, como bálsamo curativo. Mezclada con hierbas o cera, se untaba en heridas, huesos rotos o se utilizaba en pociones destinadas a “absorber la vitalidad de la víctima”. Las boticas almacenaban frascos etiquetados como Axungia Hominis, literalmente, “grasa de hombre”.

Si bien la grasa en sí tenía propiedades hidratantes leves, también conllevaba un alto riesgo de infección y descomposición. Peor aún, la práctica promovía el robo de cadáveres y el abastecimiento poco ético de materiales. Es uno de los ejemplos más sombríos de cómo la medicina antigua a menudo desdibujaba la línea entre la curación y el horror.

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